Hace 2 años, en un evento de innovación y emprendimiento, conocí a una colega que impulsaba la inclusión de las mujeres dentro del mundo del desarrollo de software en Bolivia. Hablando con ella y oyendo sus experiencias, pude entender que mi percepción acerca de la igualdad entre hombres y mujeres estaba mal, yo creía que la cantidad de mujeres dentro de esta industria no era muy diferente a la de los hombres, pero ella afirmaba con números que las mujeres solo eran una pequeñísima parte de toda la fuerza que impulsaba el boom de la informática en Cochabamba.
¿Por qué tenía yo una percepción equivocaba al respecto? Todo se resume a una palabra: Teletrabajo
He trabajado a distancia de manera profesional desde el año 2000, ¡sí! ¡Desde hace 19 años! No he trabajado los 19 años a distancia, pero si sumo todo el tiempo seguro que llego a unos 15 años. Varios motivos me llevaron a teletrabajar, pero el que empujó la decisión con seguridad fue el primer embarazo mi esposa y colega. Conforme avanzaba su embarazo, una que otra cosa afectaba su salud, así que vimos la manera de poder seguir trabajando sin que ella se mueva tanto: Con la instalación de un punto a tierra certificado realizado por una empresa, la construcción de un transformador certificado realizado por un ingeniero y la adecuación de un cuarto que fue convertido en una oficina con todos los estándares exigidos, la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL) no pudo excusarse a proveer el servicio de Internet empresarial en un pequeñísimo departamento dentro de un condominio bastante alejado del centro de la ciudad. ¿Resultado? Un Internet vía ISDN de 64Kb de “altísima” velocidad (así decía la propaganda de ENTEL) gracias al cual ella podría seguir trabajando sin tener la necesidad de moverse.
Pero el Internet solo era el primer paso.
Luego tuvimos que investigar un poco y adecuamos las herramientas de control de código para que funcionen vía Internet a un bajo costo y, por último, tuvimos que diseñar y aplicar estándares de trabajo para que las personas de la oficina y nosotros puedan lograr trabajar de manera coordinada.
Pero el cambio más difícil fue “la forma de trabajo” porque nadie te enseña cómo se debe trabajar a distancia de manera exitosa. Hemos tenido que aprender e innovar muchas cosas, sobretodo el manejo de horarios, la aplicación real de técnicas de uso de tiempo y el cambio de mentalidad para trabajar en el mismo lugar donde vives.
Desde ese año trabajo a distancia y eso ha ocasionado que mi visión del mundo del desarrollo de software no sea correcto. Conforme han pasado los años las empresas donde he trabajado han quebrado, cerrado, fusionado o desaparecido (es la ley del emprendedor, ja ja), pero algo no ha cambiado: Siempre he estado rodeado de mujeres desarrolladoras.
He conocido mujeres que codifican tan bien o mejor que un hombre… su especial dedicación a cumplir cronogramas, su amor al detalle, su búsqueda de la perfección, su buena onda y, seguramente, su sexto sentido; me permiten decir hoy y con seguridad: ¡El desarrollo de software es algo innato en ellas!
Hasta hace 2 años siempre he pensado que la equidad en el mundo de desarrollo existía… lo pensaba porque eso era lo que vivía, ¡pero estaba equivocado! ¿Por qué he estado rodeado de tantas colegas? Luego, preguntando a mis compañeras antiguas y actuales, ellas respondieron varias cosas: Porque trabajar desde casa me permite ser madre y mujer; porque trabajar desde casa me permite ser dueña de mi tiempo y dedicarme a otras cosas que también me gustan; porque trabajar desde mi casa me permite dedicarme a mi familia y a mi trabajo en el grado que se requiere para que ambos lugares funcionen perfecto.
Hoy es el «Día internacional de la mujer» y su lema es: “Pensemos en igualdad, construyamos con inteligencia, innovemos para el cambio”… creo que la necesidad nos hace hacer muchas cosas, a innovar y cambiar paradigmas… y son justo esos cambios los que necesitamos en el mundo para que las mujeres no queden atrás de los hombres, para que ellas puedan, como dice la ONU, “abordar los obstáculos persistentes que las limitan”.
Hace un par de meses fui por mi departamento, ése que nos albergó hace 19 años y que ahora está alquilado… mientras subía las gradas pude ver como de uno de los cuartos todavía baja un cable verde, desde el piso 4 hasta el patio común y se abre camino, por medio de una jardinera hasta debajo del suelo… es mi conexión a tierra certificado que seguramente los vecinos se preguntan que es esa cosa…
… esa cosa, ese cable verde, es la muestra que la innovación puede cambiar la realidad y hacer de este mundo un lugar donde las mujeres sean iguales, ganen lo mismo que los hombres, estén dentro de industrias donde pareciera que no tienen cabida y no tengan la necesidad de dejar de ser ellas, tan ellas que son mejor que nosotros.