Te voy a decir algo, seguro no te va gustar, pero es la verdad: Tu profesión es importante, ¡pero no es la más importante del mundo! Y eso es para todos.
Hace unos años, un amigo que es ingeniero civil, me contó que tuvo que pasar cerca de un mes en la punta de una montaña (literal) porque tenían que construir una torre de comunicaciones. Cuando él llegó al lugar donde se levantaría la torre, después de haber caminado más de 3 horas y a una altura de 4000 metros sobre el nivel del mar, montó su pequeña carpa, acomodó sus pertenencias dentro de ella, se abrigó bien, salió al frío de la montaña y junto a sus obreros se puso manos a la obra. El tiempo que estuvieron en la montaña fue durísimo, no tenían acceso a nada, estuvieron solos, recibiendo provisiones cada 7 días, cocinándose ellos mismos, pero al final lograron levantar la torre… una torre que permitiría llevar señal de celular a dos poblaciones que se encontraban detrás de la montaña.
En otra ocasión, otro amigo me contó que estaba trabajando para una empresa del extranjero como miembro de su centro de llamadas, en realidad el centro de llamadas de la empresa se resumía a una sola persona: Él. No recibía muchas llamadas, pero cuando alguien llamaba, sea la hora que sea, sea del lugar que sea, él debía atender. Con el tiempo nos acostumbramos a verlo con su portátil al hombro: Salíamos de fiesta y él con su portátil, iba al estadio a ver a su equipo favorito con su portátil, dormía con su portátil al lado (literal)… 24 horas al día, 7 días a la semana, 365 días al año. Más allá de que le pagaban bien y de que no había trabajo para la profesión que él había estudiado, su dedicación estaba en el hecho que la empresa que lo contrataba era de seguridad informática cuyo producto al cual él daba soporte telefónico almacenaba información valiosa para sus clientes… si alguien llamaba, sean las 3 de la tarde o las 3 de la mañana, era porque tenía una urgencia.
Por último, no hace mucho, tuve que ir a media noche a un periódico y quedé impresionado por el ritmo que tenían todos a esa hora, mucho más movido que en el día, y pude apreciar cómo los periodistas iban cerrando su edición para el día siguiente en medio de la euforia de saber que iban a sacar una noticia que podría cambiar el curso del país.
Y así como las tres historias anteriores, yo les aseguro que todos los trabajadores del mundo no solo son importantes para su empresa, sino para el mundo entero. Todos aportan su grano de arena para que el mundo sea un poco mejor. Y todos, todos los trabajadores, en algún momento han pagado el tan famoso y conocido “derecho de piso” que es, básicamente, el tiempo y esfuerzo más allá de toda lógica que un trabajador sin experiencia debe pagar para que algún día sea considerado un senior.
¿Sabes? Todos nos hemos amanecido trabajando. Todos hemos dejado vacaciones, viajes, fiestas, salidas, reuniones y descanso para que otros puedan tener eso y más en un momento dado.
Así que te pido que la próxima vez que publiques que gracias a tu falta de sueño y tu esfuerzo todos los demás tenemos la vida que tenemos, pienses que así como tu no estás durmiendo, hay otras personas atendiendo el teléfono para ti, hay alguien en la punta de la montaña montando una torre para que tu celular tenga señal y hay alguien escribiendo un artículo para un periódico en el cual sale tu nombre y te haces famoso y todos reconocen tu labor.
Si, aunque no lo creas, hay otros que también se amanecen.
Foto: Extraída este artículo de La Vanguardia